sábado, 26 de octubre de 2013

LA POBLACION DE LOS ADULTOS MAYORES

 ¿Cómo funciona el adulto mayor ante los desastres?
Dentro de la situación generada en un desastre, el funcionamiento de los ancianos depende del desarrollo gerontológico de la comunidad afectada, visto desde diferentes dimensiones. En el clima de pérdidas que acompaña el diario vivir de los seniles, desde lo micro hasta lo macro social, una situación de este tipo crea un daño adicional, que pensamos debe establecerse un protocolo de actuación, en cuanto a la forma de evacuación, las características del lugar de evacuación, los abastecimientos médicos, y otros recursos materiales, la preservación de las propiedades del AM, la morbilidad que puede aparecer en estos casos y la exacerbación de sentimientos depresivos, de pérdida y desesperanza que de forma precoz observamos en estos pacientes.
Un sector poblacional que suele ser muy afectado, son las personas de 60 años o más, por sus condiciones biopsicosociales y la fragilidad que se presenta con los años, que ante situaciones como los DN pueden incrementar y por supuesto comprometer la salud del adulto mayor (AM), las dimensiones psicosociales de los mismos suelen ser impactadas y si el análisis de la situación de salud familiar refleja la ausencia de factores protectores, entonces el compromiso puede ser mayor. La convivencia con otros adultos mayores o personas discapacitadas o incluso los propios estados de soledad física acrecientan el posible daño.

La población de ancianos tiene varias características e inquietudes que los hacen, en particular, vulnerables a los efectos de los desastres; pueden responder de una manera ineficaz por su lentitud a nivel motriz y cognoscitivo. Algunos adultos mayores tal vez presenten traumas adicionales si se les ha transferido a un entorno hacinado que les es poco familiar; como consecuencia de haber vivido muchos años, las personas mayores tienden a sufrir pérdidas múltiples, que incluyen los sistemas importantes de apoyo. Los consejeros deben estar pendientes de los signos de depresión en los damnificados ancianos ya que las pérdidas sufridas en el desastre pueden sumarse a las anteriores y provocar depresión.
Las personas mayores tienen reacciones y necesidades particulares después del desastre; al igual que con otras subpoblaciones, los consejeros tienen que considerar muchos factores individuales que distinguen a una persona de otra. Generalizar las necesidades especiales del subgrupo ayuda a formular guías para el programa para damnificados, de suerte que atienda las necesidades del grupo.
Muchos ancianos, en particular los de nivel económico bajo, inmigrantes o trabajadores no calificados, pueden carecer de recursos, estar en un estado físico en deterioro y perder los sistemas de apoyo importantes en el vecindario destruido. Quizá también tengan más dificultades para “navegar” por los canales del sistema de urgencia y teman perder su “independencia”, si los consejeros se llegan a dar cuenta del deterioro de sus facultades.
Los problemas que agudizan las dificultades de los ancianos para resolver la crisis en la etapa posterior al desastre pueden abarcar: 

  • La necesidad de reubicarse con miembros de la familia donde la privacidad, el espacio personal y la rutina diaria son una fuente de estrés;

  • las dificultades con el horario de dormir y el hecho de depender de medicamentos para conciliar el sueño, y

  • la pérdida de “señales” para llevar a cabo las actividades cotidianas, que conllevan la sensación de desorganización o confusión.
Los consejeros de salud mental se pueden relacionar mejor con los damnificados mayores si tienen en mente algunas de estas características; estos ejemplos son un recordatorio de que hay que considerar las características biopsicosociales de las poblaciones con necesidades especiales, al analizar los factores de riesgo que influyen en la capacidad de resolución de crisis en la etapa posterior al desastre.
El material de capacitación guiará la discusión para detectar mejor las necesidades específicas de esta población y las intervenciones correspondientes.
REACCIONES DEL TRAUMA

  • Más recuerdos del pasado y los amigos o de otras épocas.

  • La persona puede entrar y salir de un estado de desorientación.

  • Puede incrementar su dependencia a los amigos actuales o familiares.

  • Necesita integrar los cambios posteriores al desastre, al contexto de la vida.

  • Se desorienta al interrumpirse la rutina. Sensación de aislamiento en función del lugar y el tiempo después de la reubicación.

  • La respuesta inmediata después del desastre es principalmente de temor, seguida de ira y frustración si las condiciones de vida o del ambiente, o ambas, son poco familiares.

  • Las respuestas fisiológicas comprenden trastornos del sueño y de alimentación, además de accesos de desesperación.

  • Sensación de un futuro abreviado y de buscar seguridad al refugiarse en el pasado o la fantasía.

1. Concepto de la muerte.
a)    Reconocimiento de la mortalidad.
b)    Reconexión en la memoria con el pasado y los amigos u otras épocas.
2. Regresión.
1.        Puede ser a largo plazo.
2.      La persona puede entrar y salir del estado de regresión.
3.      Es posible que no reconozca a los amigos actuales o familiares.
3. Pérdidas múltiples después del desastre.
1.        Temor a la competencia por la ayuda que ofrecen las autoridades (vivienda).
2.      Pérdida del futuro y desaliento.
3.      Pérdida de la memoria de los valores pasados.
4. Necesita integrar la tragedia al contexto de la vida.
5. Se desorienta al interrumpirse la rutina. Sensación paralela de aislamiento en función del lugar y el tiempo.
 PARA REFORZAR ALGUNAS ESTRATEGIAS DE RESOLUCIÓN DE CRISIS EN LOS ANCIANOS


  • Reconstruya y reafirme los nexos y las relaciones. Las relaciones son la conexión con la vida; empero, deje al anciano decidir con quién desea juntarse, no suponga que las relaciones familiares son amistosas. Se necesita cercanía afectiva y física.
  • Pregúnteles sobre sus inquietudes respecto de la seguridad. Las personas mayores necesitan saber que tienen opciones, al elegir una alternativa acerca de su seguridad. La evacuación es un tema sumamente polémico en el desastre; los ancianos quizá estén más seguros durante las evacuaciones si permanecen en sus casas, si esto es posible.
  • Es importante conversar con los ancianos acerca del efecto del desastre. Recuerde que pueden tratar de dilucidar su vida y no el suceso que acaba de ocurrir, no evite esa ventilación. Validar las inquietudes pasadas es una parte importante de ganarse la confianza y prepararse para tratar los problemas actuales.
  • Los consejeros de salud mental deben comprender las lagunas en la comunicación, en las cuales las personas mayores van y vienen entre el pasado y el presente. En la conversación del anciano se pueden confundir eventos o relaciones pasadas en función de realidades presentes. Cabe recordar que la discusión puede ser enteramente racional y lógica desde el punto de vista del anciano.
  • Si una persona mayor se olvida de un nombre, lugar o parte de un suceso, el consejero debe tomar precauciones cuidadosas para evitar presionar a la persona para que recuerde. Casi siempre, el anciano se acordará, pero la presión inhibe la memoria.
  • Los consejeros deben estar preparados para que los ancianos hablen de manera esporádica del evento, dedicando breves intervalos de tiempo a concentrarse en los detalles concretos de la situación post-desastre.
  • Los consejeros deben ser conscientes de que un anciano de una minoría puede tener diferentes tradiciones y antecedentes culturales; esto influirá en su “visión del mundo”, en especial por la opinión que tenga acerca de los servicios y los organismos públicos de socorro. Los servicios prestados a los grupos dominantes no tienen que ser apropiados forzosamente a cada minoría. Por ejemplo, las diferencias que los afroestadounidenses muestran al resolver la crisis y adaptarse pueden, en realidad, ser diferencias de estilo y expresión. Otro ejemplo puede ser el hecho de que los ancianos estadounidenses de origen asiático subutilizan los servicios formales a su alcance; la falta de dominio del inglés parece impedirles pedir servicios fuera de sus comunidades étnicas.
  • Los ancianos quieren tener información objetiva, pero asimilan los hechos poco a poco y, por tanto, piden que se les repita la información varias veces. Con el tiempo, habrán integrado la información, ello les dará un mejor control del evento mismo.
  • A los ancianos se les debe dar descripciones a corto plazo de lo que les sucederá de manera inmediata después del desastre. Es necesario aclararles los horarios y lugares específicos de los eventos; también ayuda el esbozar los sucesos en un calendario o reloj para que puedan seguir de manera más fácil lo que pasará en el futuro. Los consejeros tienen que pasar tiempo entrando en los detalles de las necesidades básicas: quién ayudará a la persona mayor; dónde permanecerá durante la noche; dónde conseguirá ropa; qué pertenencias puede rescatar.
  • Hay que establecer las rutinas lo más pronto posible, es incluso preferible reiniciar rutinas antiguas. Las rutinas son el ancla en el proceso de envejecimiento.
  • Es preciso asegurar al anciano que la falta de concentración, la pérdida de la memoria, las dolencias físicas, la depresión y cosas por el estilo son reacciones normales a la tragedia y al desastre.
  • Hay que hacer hincapié en apoyar la confianza y la dignidad de la persona mayor, en todas las actividades posteriores al desastre que se necesiten para devolverla a su hogar.
 BIBLIOGRAFIAS:

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